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1. FARALLONES DE CALI Y PAZ CON LA NATURALEZA (ver capítulo 7) La única manera de actuar globalmente, es sentipensar localmente

  • Foto del escritor: Andres Caicedo H.
    Andres Caicedo H.
  • 7 oct 2024
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 8 oct 2024


Desde una perspectiva ecológica, Cali puede ser visto como un bosque que contiene una ciudad. Y un misterioso páramo superhumedo que mira a la urbe y también mira al mar. En pocos municipios con más de dos millones de habitantes, pelechó un bosque tan majestuoso como en las montañas de Cali. Fractal de un mundo tropical en los Andes del norte, que también son el sur.

La alegoría puede poseer una explicación matemática, ya que, más acá de otros graves problemas y contradicciones como la contaminación de los ríos, tenemos algunas buenas noticias sobre nosotros mismos, por ejemplo: el municipio de Cali abarca aproximadamente 56 mil hectáreas, de las cuales 13 mil hectáreas aprox. son zonas urbanas (23 %), mientras la zona rural corresponde a 43 mil hectáreas aprox. (77 %). De estas 43 mil hectáreas rurales, cerca de 25 mil hectáreas son Áreas Protegidas declaradas. Esto significa que alrededor del 45 % de la totalidad del municipio, al menos en la ley, son Áreas en Conservación.

La Meta 3 de la COP, señalada como la meta más “ambiciosa” del convenio, indica que se debería alcanzar el 30% de Áreas en Conservación hacia el 2030. En este sentido, la zona rural de Cal realiza un aporte sustancial en los indicadores nacionales para el cumplimiento de esta meta. También podemos decir que, el municipio de Cali posee el doble en Áreas Protegidas declarada, en comparación con el área urbana.

Otra singular señal de la biodiversidad del territorio local, es el transecto ecológico-altitudinal de Cali, que en 15 km aprox. pasa de los 1000 msnm en el piedemonte urbano, hasta los 4000 msnm en Pico Pance, límite altitudinal de Cali. Esto genera una alta variabilidad de hábitat y nichos ecológicos, asociados a los bruscos cambios altitudinales y los distintos estados de sucesión vegetal (“edades” de los ecosistemas). Otra característica ecológica singular de Cali, es que los numerosos ríos y quebradas que descienden desde esta vertiente montañosa, nacen y desembocan dentro de la jurisdicción del municipio. Estas cuencas hidrográficas, en la zona rural pueden ser considerados como libros y salones de clase para el aprendizaje de la ecología.

En las huellas que quedan en el territorio, y en otros libros, se descifra parte de la historia ambiental de Cali. Así mismo, al observar la fotografía aérea de las cuencas hidrográficas hace 70 años, se puede concluir que la ganadería, los aserríos, la extracción de carbón vegetal, la minería, la agricultura y la cacería, tuvieron un impacto ambiental mucho mayor en el pasado.


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Es decir, en las últimas 7 décadas, en el área de montaña en Cali, se recuperó el bosque local, la inteligencia de la maleza y la crianza del agua, la sucesión ecológica. Según testimonios de antiguos habitantes rurales de Cali, especies como el oso andino y el puma, no se observaban hace casi 50 años, así como el venado, el yaguarundi, la oncilla, la taira o el pato de los torrentes, era muy extraño encontrarles. Hoy todas estas especies regresaron a las montañas de Cali, siendo reportadas con relativa frecuencia en el territorio de los Farallones. Incluso el zorro de paramo*, nunca antes visto en esta latitud en Colombia, fue recientemente registrado (*Colectivo Monteadentro).

El retorno y la conservación del bosque, “el emerger de lo ancestral en el aquí y en el ahora”, trajo consigo nuevas y antiguas formas de aprendizaje desde las comunidades locales. Por ejemplo, el trabajo alter-nativo del colectivo Monteadentro y el Festival del Oso, en el reencuentro con las especies sombrilla de la biodiversidad, como los mamíferos silvestres en la cuenca del río Pance, es un hito en la historia ambiental de Cali y en el reconocimiento de los Farallones al interior de las nuevas y viejas generaciones: señales de cambio en la percepción social y ecológica del territorio, que pueden ser tan relevantes como los indicadores verificables objetivamente.

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En este sentido, la zona rural de Cali se encuentra a la vanguardia del cumplimiento de las metas de biodiversidad, no solo por superar la meta 3 de la COP, considerada la meta “más importante” del convenio firmado en 2022, sino que, en Cali, al menos en su zona rural de montaña, se cumplió con buena parte de la finalidad oficial de la COP: Revertir la pérdida de biodiversidad.


No existe nada que contribuya más a la sostenibilidad, que el amor por el territorio: en estas 7 décadas de restauración natural de las montañas de Cali, también se consolidan comunidades locales que, en medio de múltiples dificultades, desventajas y contradicciones, crecieron junto con el crecimiento del bosque, haciéndose geografía y poesía del lugar en el emerger de identidades ecológicas territoriales, asociadas a las cuencas hidrográficas.


No obstante, en la última década, estos tesoros de la ecología glocal, se encuentran en estado crítico, es decir, en gravísimo riesgo de volver a desaparecer. Las construcciones de todo tipo en la zona rural, avanzan dramática y aceleradamente, destruyendo: (1) los bosques restaurados, (2) el hábitat de la fauna que regresó al territorio, (3) la manera cultural emergente de los Farallones de Cali (identidad ecológica rural y amor por el territorio). Así mismo, los planes, programas y proyectos que llegan al territorio (como la “distritalización”), están lacrados de una visión urbana y clasista que desconoce el lugar y sus verdaderas potencialidades y problemáticas.


En distintos ámbitos se promueve el regreso al campo y se habla de fortalecer los vínculos urbano-rurales. Sin embargo, esto puede significar una nueva suerte de despojo, una nueva colonización por parte de la cultura urbana. Si se acaba con la cultura rural, la posibilidad de recuperar formas naturales de vivir solidaria y sosegadamente, será cada vez más difícil (Duch, 2021).


PETICIÓN LOCAL:

Solicitamos a quien corresponda, incluir con orden de prioridad, en la actualización del Plan Nacional de Biodiversidad tres (3) dimensiones fundamentales para el Plan Maestro Ambiental de Cali, las cuales a su vez son un tesoro en el marco del plan de financiación internacional, que se construye para la distribución de aprox. 200 mil millones de dólares en los próximos 7 años, en el marco del cumplimiento de la finalidad de la COP: Tomar medidas urgentes para revertir la pérdida de biodiversidad:


  • DIMENSIÓN 1: Conservación de los bosques antiguos y los bosques y matorrales restaurados en las últimas 7 décadas.

  • DIMENSIÓN 2: Conservación de la fauna de mamíferos silvestre que regresó al territorio junto con la restauración de los bosques.

  • DIMENSIÓN 3: Revaloración y conservación de la manera cultural propia y del amor por el territorio por parte de la comunidad rural de Cali. Identidades ecológicas locales (Ver PUNTO 7).


LAS CAUSAS PRINCIPALES DEL ESTADO CRÍTICO EN EL QUE SE ENCUENTRAN LOS BOSQUES, LA FAUNA Y LA MANERA CULTURAL SON:

  • ·     Aceleración dramática de las construcciones de todo tipo y del crecimiento demográfico en la última década en la zona rural.

  • ·        Las políticas públicas, los planes, programas y proyectos se fundamentan en una visión urbana y clasista, que ignora, a veces adrede, a veces con simple torpeza, los procesos de las comunidades locales que crecieron en el territorio, junto con el regreso del bosque y de la fauna.


Colombia firmó respectivamente en 1992 y en 2022, con carácter jurídico vinculante, el cumplimiento del Convenio de Biodiversidad resultado de Río 92 y el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal en la COP anterior (MGB 2022-2030).


A partir de estas tres dimensiones, dispuestos en torno a los tratados internacionales mencionados, la zona rural de Cali como sede de la primera COP, debe ser un ejemplo relevante para el cumplimiento de algunas de las metas del MGB.


Los indicadores locales cuantitativos y cualitativos que se construyan para el seguimiento de estos procesos, pueden ser una contribución significativa para mejorar los indicadores del Marco Kunming-Montreal y los indicadores del Plan Nacional de Biodiversidad.


Se deben construir indicadores locales fácilmente verificables y estrategias de participación en la conservación, financiamiento, monitoreo, seguimiento, evaluación y aprovechamiento de estos tres (3) tesoros de la biodiversidad glocal, que se encuentran en estado crítico de volver a desaparecer. En estas circunstancias, es urgente una salvaguarda especial desde el Plan Nacional de Biodiversidad que Colombia presenta ante la COP 16 (ver capítulo 6 y 7).


Las prioridades de atención en las distintas escalas deben tener como soporte preliminar DE CARÁCTER URGENTE: (1) realizar un censo en la zona rural de Cali. (2) frenar radicalmente la expansión urbanística, el loteo y la deforestación en la zona rural de montaña. (3) encontrar los mecanismos para que, en la zona rural de Cali y en todas las ruralidades de Colombia, se implemente de manera lo previsto en el Marco Global Kunming-Montreal, en relación con el consentimiento previo, libre, informado y bien fundamentado de las comunidades y organizaciones locales, para la aprobación o desaprobación de todo plan, programa, proyecto obra o actividad en el territorio, que impacte de manera directa o indirecta los ecosistemas locales y su biodiversidad.


Debemos tener siempre en consideración que, la complejidad de los entornos tropicales conlleva a que, en los programas de conservación y pedagogía, se sufra y se goce de hallazgos y consecuencias inesperadas y similares a las que ocurre en el ecosistema, en el sentido de que cuando pasa el tiempo y se reflexiona acerca de lo planeado o escrito, muchas cosas ya son diferentes. Líquenes, hongos, musgos, orquídeas, helechos, bromelias, zarzamoras, verdolagas y otras “malezas” invaden el plan y el texto en forma de redacción.


Por todo ello, en la revaloración de la biodiversidad, no podemos usar solo indicadores cuantitativos. Si en los datos y cifras estuviera la solución a los problemas, ya no tendríamos problemas. Es conocido también que “no existen datos sin relatos, ni cuentas sin cuentos” (Correa, 2024. Ministro de Cultura de Colombia, Foro Nacional Ambiental).

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